jueves, 16 de julio de 2020

Infidelidades

¿Y por qué este malestar en el pecho, a estas horas de la mañana cuando apenas comienza el día?  Será porque estoy haciendo poco ejercicio, más bien diría casi nada, excepto ayer que fuimos a caminar con A- durante unos cuantos minutos a la siesta, mientras disfrutábamos el sol hermoso que había y la tarde apenas fresca en nuestra ciudad.  Digo esto, también en parte porque busco la manera de acercarme a ese pasado violento que todos de alguna manera tuvimos, porque la infancia y adolescencia están marcadas por esa necesidad de romper, de cortar, de acabar con algo que nos parece imposible y terminamos haciéndolo con violencia.  Malo es no reconocerlo, no activar  en nosotros mecanismos que ayuden a disolver ese malestar, a encontrar el culpable, o lo que sea para aliviar ese sufrimiento ese desequilibrio que ocurre, esa malformación.  Estamos expuestos mucho tiempo por eso no entendemos, así se siente esa etapa de la vida, que estamos expuestos a todo, y a todos y nos enfrentamos a fantasmas la mayor de las veces en soledad, sin armas, sin conocimiento.  Es terrible y nos marca para toda la vida, no salimos más.  Tenemos que hacer terapia, eso dicen para aliviar los síntomas y las causas de lo que nos aqueja cuando andamos medio perturbados, y eso.  Cuesta un huevo, decime, ¿cómo hace uno para pagarse una terapia de no se, 20 sesiones si a duras penas puede enfrentar el pago de una de ellas, la primera?  Tal vez no sea así, no en todos los casos, pero podríamos pensar en unas sesiones con canje, digo qué se yo, uno va y si hace falta algo ahí en el consultorio mismo, podría hacerlo: arreglar una ventana, cambiar una lamparita, limpiar zonas de difícil acceso, reparar algún electrodoméstico de la casa mientras hablamos de nosotros mismos y el o la terapeuta nos escucha pasivamente.  Sería una manera de contribuir también a la economía doméstica del profesional mientras nosotros desplegamos un pequeño arte como es el de reparar cuestiones de la casa que de otra manera sería imposible para el propietario.  

Hablando de todo un poco, debo ir a la capital pronto, porque están a las patadas.  Se ve que ha quedado el ambiente un tanto enrarecido desde mi partida, ojo, no digo que sea a causa de mi partida pero las novedades que llegan de allá son terribles.  Habrá que ver si son ciertas, si se está yendo de madre como dicen o simplemente el nerviosismo, la misma paranoia y el miedo generados por la pandemia esta maldita los tiene mal.  Quiero ir a poner orden, a establecer algunos parámetros claros de cómo debe ser la vida en una casa de esa magnitud.  Es una casa hermosa, ya lo dije, con unos años encima pero bien cuidada y mantenida.  Y me pregunto: qué me pongo yo a hablar de esas cosas, a ver, si no conozco a la mayoría de los que están ahí, apenas si tuve la chance de dejarme atravesar por una artera flecha de Cupido, lo demás es pura hojarasca.  Deberé buscar asilo en Colombia.

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