viernes, 27 de marzo de 2020

De entrada nomás, puedo decir que no me gusta el color rosa me parece además de femenino bastante débil en general y por eso prefiero los colores más bien fríos como el azul y así, pero qué tiene que ver esto bien no tengo la menor idea era sólo por comentar algo en esta mañana de viernes de cuarentena por pandemia que nos tiene bastante asustados y encerrados en casa, como debe ser.  Ayer fui a comprar después de la hora del cierre de los negocios porque de pronto anunciaron esto, que cerrarían a las 18 pero pensamos en casa que sólo aplicaba a los negocios grandes, a los supermercados y no a los mercaditos o almacenes barriales pero nada, ni uno sólo abierto.  Quedamos afuera de la cena.  Ellas supieron resolver con lo que había que no era mucho, pero nos acostamos pipones igual.  En tu cara señor que resuelves los horarios de repente y uno se queda en la orilla.  Tranquilos, decía, nos dormimos con una copa de vino y unas milanesas de berenjenas que quedaron riquísimas como siempre.  El tomate tampoco faltó, sólo que en vez de tener incorporada la cebolla de verdeo, era sencillo con sal y pimienta.  Y un chorrito de aceite.  Nada más.

El vino en cuestión era un tinto blend de una marca poco conocida, pero quien lo regaló insistió que era un super vino de exportación al que se le había cambiado la etiqueta para introducirlo en el mercado local, una vez que no lo pudieron embarcar al exterior y que por algún trámite burocrático mal hecho, se tuvo que vender aquí nomás.  Era un vinazo. 

Los vecinos siguen haciendo de las suyas.  Nadie avisa de la pérdida de agua que ocurre puntualmente a la noche, mientras dormimos y que una vez que nos despierta nos impide volver a dormir porque el ruido es intenso y bastante molesto.  Lo mismo que el desubicado que insiste en salir con el auto, ¿a dónde va, si estamos en cuarentena y aislamiento social?  No lo entiendo, nadie dice absolutamente nada en esa casa, todos asumen que es necesario salir a hacer algo y el tipo lo hace como si nada, es un idiota.  Lo detestamos. Sobre todo porque no tenemos un puto auto en estos momentos, y nada sale como quisiéramos.  Es viernes, ¿será por eso?

En otro orden de cosas, intenté ayer comentar la serie que estamos viendo y nada.  Fue al pedo.  Las redes sociales están ahí para inundarnos de comentarios de otros que no dicen nada, y uno que no tiene otra cosa mejor que hacer, las lee sin pausa buscando el comentario que le inspire a contestar a decir algo más en respuesta pero tampoco aparece la inspiración, las ganas o lo que sea.  Se vuelve una tarea absurda y bochornosa.  Dejar las redes no es opción.  No queremos aislarnos en realidad, vivir así sin contacto con el exterior suena peor que los peores bichos que hayan asolado a la humanidad en toda la historia.  Queremos participar, pertenecer, juntarnos.  No estar aislados, es un mito, no estamos aislados en casa cuando tenemos a nuestros familiares con quienes conversar con quienes sentirnos un poquito menos solos.  No es el caso de la chica de enfrente que vive sola y se la tiene que bancar en estos días entre las cuatro paredes hablando con la almohada en el mejor de los casos o con el espejo que tampoco es que tenga grandes elogios ni piropos para hacerle.  De manera que ella se acerca habitualmente a la vecina de la derecha que sí tiene familia, o al menos marido, y conversan entre la reja.  Qué dirán, quién sabe.  Lo que nos amarga la tarde es ver que no resuelven lo de la pérdida de agua del tanque.  Ni ellas ni el dueño de los departamentos.  Alguien a quien remotamente conocemos de verlo pasear en su auto carísimo los viernes por la tarde en frente nuestro como diciendo ¡qué carajo hacen ahí, vayan a sus casas ustedes pobres! 

Arreglá esa pérdida, ridículo.

jueves, 26 de marzo de 2020

Genial.  Ahora me entretengo buscando significados de palabras y no funciones de comandos informáticos como hice hasta hace algunos meses cuando trabajé durante unos días en una empresa que hacen programas de computadoras y diseñan circuitos electrónicos que cumplen funciones específicas en algunas empresas.  Me divertí bastante pero ya fue.  No habrá informática para mí en los próximos años, tal parece que será así porque la computación y la programación bien entendidas parecen haber sido copadas por grandes empresas que lo hacen todo, lo diseñan todo y uno qué puede hacer: nada.  Sigo pensando que es cierto que mejor enconderse en este sótano gris que es la literatura por momentos, porque nadie lee ya como antes, están todos muy entretenidos con las series y la televisión que viene por internet.  Pobres los productores de programas de televisión por aire, deben sentir que hacen un puto trabajo para viejos, o pobres.  A quién le vendés, en esos casos.  Suena fuerte pero veré de suavizar esta frase en unos momentos cuando termine aquí y pueda corregir las boludeces que digo, ahora sí teniendo en cuenta de no violentar al lector cosa que he venido haciendo regularmente en este blog desde el inicio, si mal no recuerdo.  Claro, recordar lo que se dice recordar, poco.  Porque no es un blog que lea a menudo y mi memoria es bastante volátil por así decir, uno cuando vive acelerado y apresurado sin posibilidad de sentarse a reflexionar, a meditar los pasos que da o las vicisitudes que le toca atravesar, confunde a la memoria no deja de ejercitarla de la manera errónea y así las cosas tiende a olvidar o recordar apenas lo urgente, lo más importante.  El dato de color, el detalle, se pasa por alto porque no hay tiempo hay que salir rajando de cualquier situación, no lo esperan demasiado ahí nomás le están cobrando los platos rotos entonces mejor dejar, ni atesorar momentos ni imágenes ni situaciones.  Huir es la clave, y recuerdo aquí el escapista Houdini que menciona en su novela M. Figueras a quien recuerdo de haber visto protagonizando ciertas presentaciones políticas que quién sabe por qué razón las tiene que hacer religiosamente; bueno, hasta aquí lo ha hecho ni idea qué pasará en el futuro.  Escapar de lo que venga, por ejemplo, cuando bajaba al sótano en mi niñez y sentía ese aroma a humedad y encierro, pero sobre todo a humedad propia de un lugar seguramente mal aislado del resto, y que estaba rodeado de tierra y precisamente agua, pues podía alimentar tranquilamente cualquier animal, cualquier alimaña o monstruo que se precie y que esté presuroso a atacarnos mientras subimos las escaleras escapando, porque a tu hermano mayor se le ocurrió hacerte una broma: apagar la luz.

No quiero entrar en detalles de lo que significa escribir aquí, o de cómo lo estoy vivenciando, ya algo dije en mi post anterior y no fue muy bien recibido.  Tal como parece tengo que recapacitar sobre esto y dejarme de hinchar las pelotas porque a nadie le interesa demasiado cómo vengo percibiendo yo esta situación, sino dejar pasar las zonceras varias que leo por ahí, y sentarme a escribir como hace o dice que hacen varios en su cuenta de facebook.  Así, todos contentos y malhumorados.  Como en cuarentena.

miércoles, 25 de marzo de 2020

No me pinta escribir aquí, ya saben es mucho mejor hacerlo en privado uno suelta la imaginación de otro modo  más personal e íntimo; aquí ya estoy pensando en quiénes van a leer o qué van a decir de lo que escribo y ya me da cosa, no me gusta.  Prefiero lo íntimo quizás sea por mi timidez que no resulta fácil, el texto no fluye.  Lo que sí puedo decir es que resulta extraño que sea así porque vengo publicando en este blog desde el 2009, entonces cuál es, por qué no puedo hacerlo últimamente de manera frecuente y positiva.  También debo decir que la frustración de ver que nada de lo que escribiera antes tuvo el más mínimo éxito es decir lo leyó muy poca gente y nadie comentó nada por decir así, entonces para qué.  Sigamos mejor en el ámbito cerrado de lo personal escribiendo sólo para mí y listo.  También dejé los relatos, antes me entusiasmaba la idea de escribir un cuento pero no salieron bien, digo lo publicado aquí no fue exitoso, de manera que también esa inclinación cayó al piso, se hizo horizontal.  Y así estamos, tristes, pobres y en cuarentena.  

Terrible lo que viene pasando eso está bueno decirlo, estamos todos encerradísimos en casa y no me refiero sólo a nosotros.  Como ustedes saben todos o la gran mayoría de seres humanos de este planeta estamos confinados a vivir bajo las cuatro paredes de casa salvo que estemos en alguna actividad que ayude a sustentar la existencia de manera inexorable como vender huevos.  De manera que a ustedes les escribo como para entretenerlos un poco pero ya sabemos, nada de lo que se dice aquí tiene valor literario ni informático ni nada.  Es simple texto vacío y huero como diría mi amigo el diccionario.  Ayer por ejemplo, nos pusimos a hacer ejercicio y tuve que parar. Típico.  Ya no son veinte años, es más tengo más años que muchos de mis vecinos de por acá.  Y el motivo fue que debí hacer algo mal en la juventud que ha deformado el pie y me hace desarrollar un callo que duele y hace que el músculo izquierdo trabaje mal.  Entonces, al cabo de unas horas de actividad física y si es de impacto ni hablemos, el músculo empieza a quejarse o mejor dicho los tendones, o quién sabe qué pero algo dentro de mi pierna a la altura del gemelo izquierdo, me dice negro tenés que parar ahora porque el dolor es bastante fuerte.  Y yo paro, qué querés que haga, si estamos solos al fin y al cabo, mi pierna y yo.  Interrumpo la clase, digo a todos me retiro, y en unos minutos vuelvo tratando de disimular el dolor, pero nada.  Sigue ahí muy campante.

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...