lunes, 25 de noviembre de 2019

¿Dónde estaban? [relato]

Me desperté y los vi, afanados en la tarea horrible de llevarse mi moto, sin que yo lo advirtiera. Me estaban robando así a plena luz del día y ahora que lo pienso, ¿qué esperaba, un aviso?  Alcancé a ver que uno llevaba una campera roja, eso fue todo lo que pude decirle al policía que llegó en el móvil apresuradamente cuando ya no sirve. 

¿Cómo no aparecieron así de pronto, en el mismo momento que se metían dentro de casa, nosotros durmiendo y se los llevaban detenidos...?  No.  Aparecen ahora.  Sólo quedan rastros difusos que habrá que estudiar, examinar con cuidado a ver si encontramos algo que nos lleve a descubrir dónde está mi moto, que la necesito en un rato para ir a trabajar.  O sea, estoy atado de pies y manos en esta situación sin salida.  Sí señor policía, haga su trabajo nosotros observamos desde aquí, mientras veo cómo hago para tomarme un colectivo que me deje cuando menos cerca de mi trabajo ahora que no tengo movilidad y las posibilidades de volver a tener una pronto, son al menos remotas.

La desesperación que sentí en ese momento, mientras veía que cerraban el portón de casa ya con la moto en su poder, fue angustiante y horrible.  No poder hacer nada, estar con los brazos cruzados por no tener en mi poder un arma.  Si la tenía quién sabe, quizás hasta la usaba y ya se, habría estado mal es un delito pero digo la usaba, no que les disparaba.  Qué se yo, unos tiros al aire para meterles miedo aunque sea, pero siempre ha sido motivo de discusión: yo que quiero meter un arma en casa y mi mujer que me ataja diciendo que estoy loco, que cómo se me ocurre, que con los chicos no se puede y así hasta dejarme las ganas secas como una rama varios meses después de haber sido cortada.

Sin armas, así con los puños será entonces, habrá que arriesgar.  Me les voy a tirar encima pase lo que pase.  Voy a ir por ellos, tienen que saberlo, tienen que estar al corriente de esto, es quizás por eso mismo que estoy escribiendo estas notas, porque les quiero advertir, no sea cosa que después salgan a decir que los ataqué a traición, no señores, les estoy diciendo que si vuelven por casa se las verán conmigo y no se qué va a resultar de eso.  Tendrán un poco de miedo no será fácil.  He aprendido boxeo y aunque eso no sea suficiente, tengo furia encima, mucha bronca por tipos como ellos que se piensan que pueden venir y quitarme la nada que tengo, el estímulo de cada mañana para ir a ese trabajo inmundo:  mi moto.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Ha sido una semana atípica con la aparición de un amigo que no esperaba ni remotamente porque vive lejos, tan pero tan lejos que su viaje cuesta unos cuántos dólares y hoy no estamos en condiciones ninguno de nosotros de andar gastanto tanto dinero, pero él tenía otras situaciones que resolver, no sólo la de mi cumpleaños (jaja) y decidió venirse gracias a dios, y lo tuve mejor dicho lo tuvimos entre nosotros unas cuantas horas.  Y fue así, que me enteré lo que cuestan las cosas allá donde vive que no es nada barato y uno se pregunta si las únicas condiciones desfavorables para vivir se dan acá en nuestro país, pero parece que es un mal de muchos hoy en día.  Habrá que aceptar los hechos como dice SK en su libro después de indagar acerca de la muerte de su mascota en un viejo cementerio de aborígenes norteamericanos.  El viaje de regreso a casa tuvo un condimento particular: dos señoras sentadas en el asiento trasero del colectivo, que a los gritos hablaban con sus parejas presas en el penal de Mza, y todo el colectivo como decía se enteró de las desgracias a las que están sometidas no por el hecho de ser mujeres sino porque sus parejas las tienen controladas con lo que hacen, así desde dentro del penal y por teléfono.  Al menos, eso fue lo que yo entendí.  Un sitio como ese, el viaje, no es un lugar donde uno entiende claramente lo que se habla sino que lo hace a trazos, por sectores de conversaciones por así decir, y se va quedando con parte de lo que conversan.  Así y todo fue un viaje placentero porque dormí buena parte del mismo sobre todo cuando me quedé sin señal en el teléfono y pude guardarlo por fin y dejar de escribir en el grupo familiar o mirar sin sentido las novedades de las redes sociales.

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...