viernes, 17 de julio de 2020

Anotaciones

Aferrado a la idea de que escribir aquí puede conducirme al éxito, es que sigo haciéndolo sin contar siquiera con un aplauso, un elogio, un dinero.  Porque decime si no, qué sentido tiene hacerlo, cuando hay quienes escriben sí, pero lo publican en papel o digital a través de una editorial que se supone va a vender tu trabajo, no es este el caso, y menos cuando no es posible ya me dijeron, insertar publicidad en este blog, andá a saber por qué.  Lo menos agradable de la mañana es recordar viejos tiempos que vienen a la memoria difícilmente atraídos por lo que sucede aquí, de los reportes de contagios por COVID-19 y demás noticias que asimilamos en silencio mientras navegamos páginas de internet.  Y todavía más, te digo que las cosas están ardiendo porque tanto silencio no conviene de ninguna manera, estoy más acostumbrado a las voces que a no decir nada, quiero escuchar y que me digan por qué la malaria (así en sentido general) ha llegado para quedarse, si acaso hicimos algo o simplemente están haciendo que nos volvamos más y más pobres casi como un juego macabro. 

Así y todo están quienes cumplen años y uno va y saluda alegremente, sí, como diciendo que a pesar de la distancia estamos unidos, concatenados, o viviendo una contemporaneidad que viene al pelo para estar de festejo.  Invitame a la fiesta, no me agrada después de todo, ser quien está en el ojo de la tormenta porque así alivia tu inquietud, digo, estemos los dos en todo caso, seamos compañeros ojo, no digo que no podamos entretenernos y jugar con las dos manos como quien agarra lo que le toca con gratitud, sino por ahí decirnos las cosas, hablar con naturalidad de lo que nos pasa, y mirá que nos pasan cosas a diario, muchísimas, y releo lo que escribí acerca de aquello que me pasó hace tiempo y no puedo menos que sentir vergüenza de pronto y ganas de ir a verla y conversar como si eso arreglara las cosas, me permitiera una vez más sentarme a la mesa y preguntar por esas anotaciones absurdas y de colores que habían en su cuaderno y quizás ahí orientar la conversación hacia otro lado, a ese lado que no me llevara a quedar ensartado como un estúpido animal a la hora de la cena.

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