jueves, 23 de julio de 2020

Apretando los dientes

Debo decir, sin temor a equivocarme, que la suerte está jugando una partida extraña, inverosímil un año como el presente rodeado de una situación inexplicable y original como es la pandemia. Solíamos ir a caminar todas las tardes con A- y ahora hace tiempo no lo podemos hacer porque nos encontramos viviendo una situación atípica: estamos virtualmente separados al menos por la distancia. Nuestros corazones siguen unidos, se consuelan mutuamente como de costumbre, miran hacia atrás con compasión y hacia adelante con fe, vuelven una y otra vez sobre los pasos, recorren aquel andar vespertino y se alegran de cada situación vivida de cada paso que dimos en pos de nuestros objetivos en pos de los sueños de dos personas adultas que se reconocen veraces y fuertes, que enfrentan la vida en cada situación que se presenta, que tienen agallas, coraje y corazones fuertes. Los vientos de estos días no dejan en pie lo superfluo, arrasan inevitablemente con las esperanzas y los sueños de quienes, más débiles, no logran ponerse en pie cada vez que la amenaza acecha. 

Fue buena idea salir a correr ayer, oxigenar los pulmones, activar la circulación, impulsar al corazón a que lata fuerte bombeando hacia las extremidades en estos días de frío es un recurso inagotable de buena salud por más que pasemos las jornadas apretando los dientes.

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