viernes, 17 de abril de 2020

Será así, esto que escribo va a quedar escondido en la mente de alguien que no lo ve, que no lo divisa como un fuego desde lo alto, sino que se hundirá para siempre en el mar de internet y todos contentos, para qué confiarse en la lectura, para qué díganme si uno jamás saca algo bueno, menos ahora que todos dicen que los textos que se escriben aquí no tienen la misma garantía de calidad que los que se leen en los libros en papel, será por costumbre, o será vanidad de los editores que no ven una alternativa en los textos que se publican en internet.  Sabemos que hay buenos textos, y buenos escritores dando vueltas en internet, pero no llaman la atención de los lectores, o de los libreros, además de qué manera vas a monetizar lo que hacen, lo que leen en la red... imposible.  Todo se diluye en la copia pirata, vos tenés un texto y me lo copiás a mí, ahora somos dos que tenemos un texto, el mismo, y a cero costo porque un espacio en un servidor o en una máquina, es de un costo tan pero tan bajo que no tiene sentido mencionarlo.

Se terminó el tiempo, de alguna manera me están avisando esto y no quiero escuchar, me hago el distraído me vuelvo a mirar los árboles del patio, de la vereda tranquilo, no quiero saber que es el final que tendremos que mudarnos, que habrá que buscar la salida en otro rumbo, en otro mundo o donde sea, aquí ya no hay nada que hacer, es un triste aviso que me llega en forma de telegrama, ahora mensaje de WhatsApp y tengo que escucharlo para no padecer la incomodidad de saber que no estuve a la altura de los acontecimientos, no tengo por qué estarlo si no se me avisó de la demanda.  Quiero decir, hay quienes se asustan por los dichos míos en internet, que prefieren no saber, no leerlo, me pasa exactamente lo mismo, estoy entretenido aquí, por qué debería interrumpir lo que hago, no hay necesidad alguna no hay derecho.  Quiero seguir admirando los árboles, y cortando el pasto si es necesario en la sombría tarde sanrafaelina, para qué negarlo esos sauces esas acacias, todos de un verde estridente cuando hay sol y de una sombra oscura cuando hace falta.  Somos dos, ella piensa igual yo lo se.  Estamos en eso juntos, sin siquiera hablarlo, nos miramos y ya sabe uno lo que quiere el otro, dibujamos en el aire una sonrisa con nuestro amor.  Sin embargo, los crueles secuaces de la muerte están agazapados, yo lo se, y tendremos que pensar más allá, ver el horizonte, los próximos meses, enfrentarlos lo mejor que podamos lejos de aquí y a todo lo que da.

Lo que quería era que las notificaciones de WhatsApp sonaran en el navegador de la PC y espero que sea así, sólo que todavía no llegan mensajes, tendré que esperar unos minutos en cuanto arranque la mañana sonará.  Y tendremos visitas, y las gatas estarán agazapadas también moviendo las partes traseras como para saltar a la presa y atraparla al vuelo, tendremos visitas, habrá gente, se sentirá en el aire la vegetación oscura y frondosa de las cálidas tardes de verano en nuestra casa allá en las afueras de la ciudad, donde veníamos a veces a pasar las mejores vacaciones, ahí donde ni los autos, ni los aviones ni la gente molestaban a los sufridos turistas.  Eramos nosotros, ahí se reconocía nuestra voz y nuestro cálido abrazo.

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