jueves, 16 de abril de 2020

Bueno, para facilitarme las cosas, este teclado que está vencido ya no soporta más golpes en la tecla enter, está costando dar un retorno de carro de manera decente, sin presionar con más fuerza ahí.  Tendré que hacerlo ver, digamos o desarmarlo para entender qué es lo que no funciona.  Pensemos: que es lo que hace que un teclado no funcione?  La tierra, el mucho uso, los golpes.  En este caso, puede haber algo de mugre no lo niego, pero golpes no ha tenido,  algo de uso intenso porque escribir, se escribe.  Tanto para programas como textos en general.  Y eso no lo puedo negar, es algo que me apasiona y cada vez más, hacerlo en este blog se ha convertido en una linda costumbre, que no pienso dejar de hacer por más contradictorio que suene, digo, el hecho de que es una tarea prácticamente gratuita, que no me deja nada a cambio.  Los lectores quizás serían la única salida, pero no aparecen, todavía no hay.  Y miren que tiene años, ya.  Más de 10.  Recién cumplidos el año pasado.  Es que nunca me he planteado seriamente la posibilidad de que esto trascienda, tal vez es eso, la gente lee menos (digo yo) y todo lo que sea trabajoso no será de la primera elección en los millenials que están muy apegados a las aplicaciones y a los juegos electrónicos.  No a un texto que de paso, no tiene un sólo enlace en la mayoría de los casos, algo que lo haga divertido.  ¿Qué es un hipertexto?  Parece preguntar sorprendido este blog.  ¿Es que acaso el escritor no sabe enlazar un pequeño trozo de texto con otra página?  Parecería que no.  Ha venido haciendo cosas durante años, muchos, pero escribe texto, solo texto puro y duro.  Ni fotos, tampoco imágenes, algo que entretenga la mirada.  Cuesta captar imágenes bonitas a lo largo del día para decorar aquí, uno tiene que estar encerrado además, y la calidad de las fotos de este celular no es óptima.  Ni siquiera la seguridad de las aplicaciones, lo es.  Ayer discutíamos (otra vez) acerca de la conveniencia o no de usar Zoom que dicen tiene unos cuantos baches por todos lados, y suele suceder o ha sucedido en alguna oportunidad que un hacker se colara en una conversación entre jóvenes estudiantes para colgar ahí fotos pornográficas para el escándalo de todos.  Suena horrible, pero los chicos están acostumbrados, digo a que alguien interfiera sus tareas, o que se le falte el respeto a una persona mayor, en este caso el docente que está a cargo, y se rían un poco y sigan después adelante con el cursado.  Dicen, porque leí algunas noticias, que la aplicación ha venido haciendo progresos desde que explotó su uso en todo el mundo, y además que uno como usuario debe tomar ciertos recaudos para que no sucedan esas cosas, como por ejemplo dar un ID de charla en vez de un enlace y menos publicarlo en internet.  ID y contraseña.  Con esas dos cosas, y manteniendo la dirección de la charla lo más cuidada posible, no deberían haber problemas.  Eso dicen algunos medios no sólo técnicos sino también generales como periódicos estadounidenses.  Confío que será verdad, que no hay teorías conspirativas aquí, que son solo eventos donde la seguridad por parte de los creadores de la charla no han estado pensadas de antemano.  Así cualquiera, no hay mérito en ese hacker sino las ganas de hacerse ver, de fastidiar a los compañeros y a la autoridad del momento.


Quiero ya que estoy, mencionar que ayer me tiré como un arquero en medio de la vereda.  Sí, así tal cual.  Esta escena puede haber sido vista por alguien más que mi mujer, que venía detrás mío después de que el gatito que llevamos a la veterinaria, se safó de mis manos y tiró a cruzar la avenida Balloffet en dirección a cualquier lado escapando del pinchazo.  Tuvimos suerte que no pasaba un auto demasido encima porque habría sido lamentable.  Logró cruzar y se metió al patio de una casa donde también por suerte no había ningún perro, ni otro animal que pudiera no estar de acuerdo con la presencia de nuestra Chiqui.  Pocos segundos después, y gracias a que no atinó a subirse a los techos, buscó la salida por donde estaba yo que evitando otro cruce de avenida me tiré hacia la izquierda y pretendiendo estar bajo los tres palos de alguna cancha de cemento, la atrapé en el aire y no ofreció más resistencia que la que ya nos había mostrado.  Cruzamos otra vez y por fin apareció la veterinaria que no tuvo reparos en retarnos por llevarla sin usar un bolso o algo para protección. "Nunca, nunca lleven un gato sin un bolso por lo menos".  Está bien, ya sabemos para la próxima.  Gracias.

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