sábado, 13 de junio de 2020

Un lugar agradable

Es bueno dar las gracias de vez en cuando también a la vida porque nos hace vivir situaciones que estaban fuera de nuestros planes, como la de ayer compartir un vino con unos extraños y que uno de ellos fuera de pronto un enorme sommelier que nos dio un recorrido por los mejores terruños de Europa, más precisamente Marsella (FR) y los que escuchábamos boquiabiertos estuvimos un buen rato aprendiendo un poco más de esta graciosa bebida.  Algo bebimos también, claro, y fue grato el momento charlamos bastante y nos reimos cuando alguno dijo una tontería, la mayor de las veces este mismo que está aquí de este lado del teclado.

Fue sincera la chica: no quiero beber hoy, antes de embarcar porque su vuelo sale mañana y está preparando las valijas y ya no la volveremos a ver, casi con seguridad, y lo único que sabemos de ella es que le gustan mucho las legumbres en general, y las lentejas en particular, porque la veíamos prepararlas casi todas las noches, y comerlas en ensalada con huevos y tomate.  Me convidó una porción una vez, y estaban claramente muy ricas.  Pero yo no soy muy amigo de las legumbres más bien prefiero la sopa especialmente a la noche y en invierno.  Cuesta hacerse a la idea de que todavía no empieza el invierno, digo uno piensa íntimamente que sí porque los días están breves de sol y el fresco se hace notar pero faltan algunos días para que empiece la estación ya nos estamos acostumbrando a que esto resulte un detalle apenas.   Su mirada escrutadora es inquietante, estás ahí de pronto y te mira fijo a los ojos y querés volar.  Otros residentes me dijeron lo mismo, es una chica buena, nada se puede decir de eso pero tiene esa mirada sincera y directa que te conmueve y que te hace bajar la mirada o mirar hacia el costado buscando un alivio de pronto, mientras tratás de hilvanar la conversación para no quedar como un estúpido.  Todos aquí, lo repito, comparten el mismo desasosiego cuando conversan con ella, tiene mucha decisión en sus pasos, camina sabiendo a cada momento qué va a hacer en las próximas horas, rara vez se la ve dudar o titubear, más bien todo lo contrario, está serena en sus zapatillas buscando el próximo paso que tiene previamente muy bien estudiado.  Esa es la sensación que transmite a quienes tenemos un minuto de más para observar.

Después, agarra su coche y sale.  Aquí es donde viene lo bueno: varias veces la hemos visto por la cercanía estacionada conversando dentro del auto con alguien, un muchacho, pero los que fuimos testigos preferimos no preguntar ni observar demasiado cosa de no cometer una indiscreción.  Somos buenos vecinos, estamos para ayudar en lo que sea, no queremos que se espante a la primera, el hostel es un lugar agradable y queremos que siga así. 

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