viernes, 19 de junio de 2020

Línea de vista

Una cosa que asusta, es ver que entra gente a la sala y son desconocidos que vienen viajando desde Buenos Aires, y uno ahí muy tranquilo tratando de ser gentil y previsor a la vez, cuidando el detalle de que no vayan a contagiarlo en el hipotético caso que tengan alguna cosa en su torrente sanguíneo que ellos mismos desconozcan.  Pero entran, se sientan, y comienzan a hablar sin parar con una verborragia notable que nos lleva de aquí para allá a los pobres seres que estamos rumiando la misma espantosa bola de aburrimiento desde que empezó la cuarentena y finalmente un poco el fastidio nos hace embalar y saludar cordialmente dando incluso la mano.  ¿Dónde la estoy metiendo preguntaremos después?  ¿Por qué el libro este que estoy leyendo tiene tantos pasajes similares a lo que estoy viviendo casi como un espejo?  Apenas es que me identifico y ahí reside la habilidad del escritor, decía que me identifico con aquello que el escritor ha querido decir y esa es quizás la magia de la literatura.  Pero volvamos al programa que estoy desarrollando, si quieren bah, porque es temprano y tengo que entretenerme con algo hasta que lleguen a buscarme.  Digo no hay entregas programadas así que puedo distraerme un poco pero el programa tendrá que funcionar correctamente cuando lo entregue y hay mucho más que líneas de código involucradas en el éxito de la tarea, es decir, no basta con saber de la sintaxis del programa hay que ajustar mucho más, por ejemplo el hecho de que estoy escribiendo el código en esta computadora y se habrá de ejecutar después en otra máquina.  Esto mismo debería ser corregido y lo será en el futuro próximo, de manera que se ejecute en la nube y listo, de esta manera habré solucionado el inconveniente que mencionaba.  Somos cuatro, y hay algunos más en camino.  Qué tendrá que ver vas a preguntarme, pero es importante decirlo ahora que estoy a punto de volverme a mi San Rafael, y ya tengo pasaje lo saqué por internet ayer, por suerte el sistema funcionó a la perfección.  ¿Tan así estará programada e intervenida esta computadora al punto de que alguien puede venir y hacer que una línea de pago no funcione?  Suena inverosímil, y paranoico además.  Pero cuando se instalan esos pensamientos cuesta bastante sacarlos de ahí por el hecho de que hay después otros espacios que lo confirman, lo apuntalan, lo establecen.

A modo de cierre categorial de lo que hago, digo, está aquella aplicación y vendría a ser lo que mi quehacer diario segrega.  Es eso lo que entendí de la definición que leí hace un rato de esta cuestión clave de la filosofía y del estudio de la obra de G. Bueno, el filósofo español.

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