jueves, 28 de mayo de 2020

Siempre, tiene que haber uno que cumple el rol de sacrificante.  Eso lo saqué de un libro, no es cosa mía, el libro en cuestión fue durante toda su lectura, un libro imperdible.  Lo terminé en una tarde, mientras me tocaban los dedos de los pies, digo la podóloga, que se esmeraba en hacer bien su trabajo ahí en casa, porque ahora por suerte basta buscar en el marketplace y van a tu casa, después de una breve conversación en whatsapp y solucionado el asunto.  Son cosas de la era moderna, tal vez la gente quiera moverse menos, quedarse en casa como vienen anunciando es una cuestión de seguridad y también de comodidad.  ¿Para qué andar sacando el auto, si se te puede romper el portón?  Como aquella vez, me acuerdo, que nuestro vecino me pidió el garage para guardar su camioneta y una mañana al sacarla sin mucho cuidado se llevó puesto el antedicho portón y lo rompió todo.  Una cuestión que debió atenderse después dejandolo sin terminar, como es debido en estos casos.  Al principio nos resultó risueño, divertido.  Después ya no tanto, nos molestó un poco su falta de cuidado, son nuestras cosas caramba, tené en cuenta que por más feo que sea todo, son nuestras.  Queremos que sobrevivan de alguna manera, que no se deterioren por falta de cuidado, o por un gesto estúpido tuyo, algo así como un reclamo por cosas que ignoramos.  Hablá.  Es eso, lo mejor que podemos hacer cuando vemos que la cosa no está fluyendo, es hablar, comunicarnos.  No es fácil, lo sabemos, pero resulta en soluciones a la vista que nos darán resultados en términos económicos.  Te lo aseguro.

Fui previsor ayer, antes de cometer un desliz, me comuniqué a tiempo y eso hizo que entendiera lo que estaba pasando, fue un descubrimiento fugaz y sencillo, como esos que uno no debería prestar atención de tan triviales, pero ahí están para delicia de nuestro entendimiento.  Y también el de los demás, de aquellos que pasan por nuestra vida dejando o no rastros ineludibles, imborrables.  Tenemos los codos en su lugar, pero a veces nuestros amigos se van y quedamos así, mirándonos en el espejo a falta de recursos.

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