jueves, 3 de junio de 2010

SIN TITULO (IV)


IV



Nicolás se sentó en el bar cerca de la ventana y miraba hacia afuera curioso del taxi que recién frenaba en la calle y del cual se bajaba alguien muy apurado tanto que apenas si alcanzaba a tomar el vuelto que le pasaba el taxista. Empezaba a caminar casi correr hacia el bar cuando se acordó de algo que se olvidaba en el taxi, y se volvió a los gritos haciendo señas con sus manos para que el chofer frenara. Lo alcanzó, y abrió la puerta rápido. Se olvidaba una notebook. Mucho dinero -pensó Nicolás- mucho más si cae en manos inadecuadas.

Ricardo demoraba. Esto lo impacientaba a Nicolás que solamente podía sumergirse en sus pensamientos de espías y traiciones. Pidió un café, con una medialuna. Mientras el mozo se alejaba la vista lo siguió y terminó justo sobre un televisor que pasaba imágenes de una película de los ochenta, nada menos que Sin Salida o No way Out, inquietante film acerca de la libertad y los espías tecnológicos y nada menos que en el área de los militares estadounidenses. Él la recordaba pero su mente hoy no podía disfrutar del cine, y menos de esta película que tantos recuerdos le traía.

Volvió a la ventana. Algo debería encontrar ahí. Su amigo Ricardo no aparecía. Alguien apoyaba su bicicleta en la pared de la vereda opuesta, el chico se bajaba y desconectaba el móvil que llevaba atado a sus oídos y se disponía a cruzar hacia el bar. Traía un mensaje.

-¿Usted es Nicolas? -preguntó el cadete.

-Si, soy yo. -contestó él, adivinando que su amigo ya no vendría.

-Me manda Ricardo, quiere decirle que por favor lo espere una hora, que está demorado en la lavandería.

-Ah, está bien, decile que no hay problema que yo lo espero. -contestó Nicolás mirando a los ojos del muchacho.

-Chau. -dijo el chico y se fue, casi corriendo hasta su bicicleta.

Ricardo no vendrá. Estaba seguro y esto lo preocupaba aún más, estaba completamente convencido de la traición de su amigo, el lo estaba siguiendo en sus actividades en internet. Como resultado, él se pasaba muchas menos horas conectado. ¿Esa sería su intención? ¿Alejarlo de internet hasta lograr que sintiera terror? Su mensaje había sido más que claro. Hagas lo que hagas, yo estoy mirando, estoy controlando tu actividad, puedo seguir la línea de tu pensamiento, puedo navegar en tu mente y sin escritorio. Todo lo que hagas, digas, busques, escribas, va a terminar guardado en un historial de mi máquina, todo.

Fantástico. Va a necesitar un disco rígido bien grande ese sorete. Ya va a ver con cuánto lo voy a torturar. Eso tengo que hacer, multiplicar mi actividad, distraer, confundir, voy a buscar infinidad de temas, voy a recorrer todos los foros escribiendo todas las boludeces posibles, voy a descargar todas las películas posibles, ¿tanto espacio va a tener para guardar toda esa actividad? Imposible.

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...