sábado, 5 de junio de 2010

SIN TITULO (V)


V




Nicolás buscaba algo de paz llevando a su sobrino a la plaza. En el sube y baja pensaba en aquello que lo torturaba, era difícil concentrarse en su tarea diaria. El equilibrio se había perdido. A su alrededor habían otras personas caminando, haciendo quién sabe qué, él jugaba con su sobrino en el sube y baja, qué difícil mantener el equilibrio, de eso se trataba y cada vez se hacía más complicado. Su suerte estaba echada, todo a su alrededor estaba muy tensionado, muy desequilibrado, esa era la palabra.

Tensión. Su muñeca había perdido la calma, sentía dolor ahora, sus últimas sesiones en la máquina lo habían dejado exhausto. Buscaba aquí, allá, alguna respuesta, alguna solución, sus dedos estaban entumecidos, prefería el teclado y no el mouse para trabajar, pero en esta ocasión hacía uso de ambas cosas a la vez. En su teléfono móvil también escribía con desconfianza. Ahí tal vez nadie lo estaría espiando, nadie estaría mirando su actividad secretamente. Se podía comunicar por teléfono. ¿O no? Y esta persona que se acerca ahora lo llena de temor. Viene demasiado abrigado, parece más bien alguien que busca pasar desapercibido, alguien que busca el anonimato.

-Hola, es usted del barrio -pregunta el hombre algo mayor.

-Sí, qué tal, quién es Usted? -interroga Nicolás.

-Nadie, no me conoce, estoy de paso aquí busco una casa de computación, me dijeron que a la vuelta de la plaza había una.

-Si, mire ahí enfrente. Esa del cartel descolorido.

-Ah, gracias, con razón no la vi. -El hombre parecía ahora algo nervioso. Sin embargo Nicolás no se percataba de esta nueva coincidencia.

-Y qué anda buscando, a lo mejor le puedo ayudar.

-No creo, ya fue suficiente. Ese dato me sirve. Gracias.

Se marchó rumbo al negocio de computación que estaba en frente de la plaza. Nicolás, algo confundido, decidió seguirlo, ahora bastante inquieto quería saber si era cierto. Agarró del brazo a su sobrino y cruzó detrás del hombre. Algo se le ocurriría, algo iba a inventar para salir de una situación algo incómoda.

Entró al negocio, hizo sonar una campanilla electrónica, y se puso discretamente a mirar las estanterías, pero estaba claro que no veía, solo escuchaba la conversación de su reciente interlocutor. Él conocía al vendedor. Después podría preguntarle pero prefería escuchar por él mismo de qué se trataba. Sentía el aire cortarse, podía sentir el vuelo de una mosca si quisiera. Su sobrino le hacía preguntas, y le pedía cosas, pero él lo dejó entretenido con un juego electrónico de los estantes más bajos.

Nicolás estaba aturdido. El hombre llevó un teclado inalámbrico, eso era todo, pero para él había algo en su mirada, en su sobretodo gris plomo que lo hacía sospechoso. ¿A qué oscura organización pertenecería este sujeto que le dirigía miradas extrañas a él? ¿O sería todo producto de su imaginación? ¿Hacia donde se dirigía aquel hombre? Tomó para el este, para el centro. Salió detrás, a pocos metros, con su sobrino de la mano, intentando disimular. Tuvo que frenar en el semáforo y dejar pasar una abuelita que caminaba con dificultad. El hombre entró en un consultorio y Nicolás tomó nota de la dirección. Había abierto un "expediente" decía, en su cuaderno de notas. Iba a llevar un minucioso registro de todos los incidentes de este tipo que tuviera que enfrentar. Tal vez así descubriría alguna conexión y lograra desbaratar esa red.

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...