viernes, 2 de febrero de 2018

Revivir

Una imposición extraña es la de revivir viejos sentimientos, viejos anhelos y creer que se puede soñar otra vez como cuando éramos niños y temblábamos ante la sola posibilidad de encontrarnos con el otro, cara a cara en el asiento de un auto tan cerca que queme la sola ocurrencia del beso.  Miraba entonces a contraluz extasiado el sutil vello del rostro de la compañera iluminado contra la ventana.  He vuelto a sentir aquel olor recién, cuando metí la nariz en un vaso de vino, ¿tendrá que ver el subconsciente con esto?  Inexplicable.  Se hizo presente ahora, mezcla de sudor y tiza que había en aquellas aulas (al decir de Dolina) y soñaba otra vez.

Miraba su pregunta en el monitor sobre el encuentro casual en la vereda de casa, cuántas cosas se perdieron de pronto por no saber tolerar la cercanía del otro, qué torpe.  Era cuestión de la edad, dicen, uno va madurando, a mí me llevó cierto tiempo perdonar y entender que el árbol va creciendo con o sin tutores y va donde le da la gana de todos modos.

Nos despedimos un día, creció como lo hice yo y ya no fuimos vecinos, ni amigos, ni parientes.  Sólo un perfil en face, una mirada distinta nos llevó de aquí para allá como el viento a las hojas del flaco.


Remota, sutil y ausente
recuerdo espantado
tu esperanza ardiente
sumergida de pronto
en báscula hostil

Quiero meter
un bocado en aquellos
pies de plomo
que sostienen la armonía

Dejar de escribir
sostener
mirar más allá del sonido
y el hueco.


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