jueves, 2 de septiembre de 2010

Rufino lanzado (III)

Rufino atendió el teléfono. Era su madre que le preguntaba dónde estaba.

-Me fui de casa, mamá -contestó él.

-Pero, ¿cómo que te fuiste, se puede saber dónde?

-No mamá, voy a estar bien, pero me fui y no pienso volver por ahora, lo siento.

-No puede ser, ¿qué pasó? -preguntó ella angustiada. -si acá lo tenés todo, hijo.

-No mamá, allá estaba lejos de todo lo que me gusta, no soportaba un día más, vos no te das cuenta de nada, como siempre -dijo Rufino con lágrimas en los ojos.

-Voy a hablar con tu padre, esto no puede estar pasando, no en esta época del año. ¡Qué te pensás vos, que nos vas a abandonar así como así.

-No me busqués, no pienso volver. Quiero ir a la capital, no soporto un día más en casa, con ustedes, muriéndome de soledad, sin ver lo que me gusta con mis propios ojos, ahí donde pasan las cosas.

-¡Ya vas a ver! -gritó ella, desconsolada, reclamando a su hijo todas las desdichas juntas.

Rufino cerró su celular y lo apagó. quería huir, escapar de aquella realidad doméstica agobiante y opresiva, para siempre.

Solo quería viajar, conocer lugares, vivir mejor y conocer gente, hacer nuevos amigos, pasear un poco, zambullirse en eso que le fascinaba tanto: la computación. En su casa del campo no había internet y sus primos no hacían otra cosa que hablar de eso, todas las veces que se juntaban, él quería conocer por si mismo, ver qué era esa conectividad a miles de kilómetros.

Mejoras en el Software de Gestión de Cuotas

  El software sigue funcionando. No está roto. No ha colapsado. Pero la deuda técnica está ahí, acumulándose como una pila de tareas pendien...