Rufino atendió el teléfono. Era su madre que le preguntaba dónde estaba.
-Me fui de casa, mamá -contestó él.
-Pero, ¿cómo que te fuiste, se puede saber dónde?
-No mamá, voy a estar bien, pero me fui y no pienso volver por ahora, lo siento.
-No puede ser, ¿qué pasó? -preguntó ella angustiada. -si acá lo tenés todo, hijo.
-No mamá, allá estaba lejos de todo lo que me gusta, no soportaba un día más, vos no te das cuenta de nada, como siempre -dijo Rufino con lágrimas en los ojos.
-Voy a hablar con tu padre, esto no puede estar pasando, no en esta época del año. ¡Qué te pensás vos, que nos vas a abandonar así como así.
-No me busqués, no pienso volver. Quiero ir a la capital, no soporto un día más en casa, con ustedes, muriéndome de soledad, sin ver lo que me gusta con mis propios ojos, ahí donde pasan las cosas.
-¡Ya vas a ver! -gritó ella, desconsolada, reclamando a su hijo todas las desdichas juntas.
Rufino cerró su celular y lo apagó. quería huir, escapar de aquella realidad doméstica agobiante y opresiva, para siempre.
Solo quería viajar, conocer lugares, vivir mejor y conocer gente, hacer nuevos amigos, pasear un poco, zambullirse en eso que le fascinaba tanto: la computación. En su casa del campo no había internet y sus primos no hacían otra cosa que hablar de eso, todas las veces que se juntaban, él quería conocer por si mismo, ver qué era esa conectividad a miles de kilómetros.
Relatar, nada.
Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor. Hoy, ...
-
De pie frente al empleado del banco, contaba el dinero, cuando escuchó los disparos al aire (una locura) y los gritos de la gente y las amen...
-
Eran las seis menos cuarto. Sergio guardó lo que tenía en su mano, subió el cierre y apretó el botón, mientras miraba sin ver por la pequeñ...
-
Hay un sistema de incidentes que debe ser atendido diariamente con lo que uno encuentre en su camino. La única incidencia que encuentro es...