viernes, 4 de septiembre de 2020

Paralizante

 Un depósito es un lugar donde vas y dejás algo para que esté guardado un tiempo, para que nadie lo toque mientras vos hacés un trámite o resolvés algo que quedó pendiente de resolver o simplemente porque no tenés donde mierda ponerlo, y vas y lo guardás ahí.  Y está bien.  Uno quiere que ese lugar se conserve intacto, cerrado, hermético, seguro en definitiva y que nadie entre ni toque nada porque no da.  Pero sucede que a veces, viene alguien y lo hace, violenta tu espacio, se mete, toca y mueve las cosas de lugar, y a vos eso te impacta de alguna manera, por lógica, te da bronca y hasta ira, pero no podés hacer nada.  Digo, no podés hacer más que volver y acomodar las cosas a tu gusto, hacer un inventario buscando si hay un faltante y dejar todo ordenado otra vez y quizás pensás en un candado más grande o en contratar a un guardia de seguridad que se ocupe realmente de lo que se tiene que ocupar, que no sea pendejo (como dicen los mexicanos) y así te vas a tu casa otra vez tranquilo, pensando que esta vez sí, nadie se va a atrever a meterse ahí.  En tu depósito.

Que no es tuyo.  Simplemente, lo estás alquilando, hiciste un contrato con alguien que te lo cede, que te da las llaves y que te pone condiciones para usarlo.  Bueno al menos este es el caso, de mi depósito, digo, no es de mi propiedad pero lo alquilo y pago la renta mensualmente y de manera más o menos prolija.  ¿Por qué entonces, no puedo disfrutar de la seguridad que pretendo, si estoy al día con el pago del alquiler?  Bueno, viste cómo son los contratos: cuando firmaste en ningún lado decía que los dueños se harían cargo de la seguridad.  Es un tema mío.  Y como a veces dejo las cosas para más adelante, no me ocupo y me relajo un poco, después me amargo, y tengo que lamentar situaciones como esta.  A llorar a la plaza, amigo.  A dejar lo pasado atrás y a seguir adelante, enfocado.  Uno puede con esto, se trata de cosas materiales, que al fin y al cabo van y vienen por nuestra vida no tienen por qué atravesar los sentimientos de manera paralizante, se puede continuar a pesar de estos contratiempos, no hay por qué simular que uno está bien, eso tampoco, sufrir lo que se deba sufrir.  Mejor dicho que duela todo lo que tenga que doler, pero no voy a detenerme.  No hay lugar para la pereza.  (Gracias F. N.)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...