miércoles, 3 de marzo de 2021


Pero me fui hablando de todo un poco, como si nada importara demasiado. Entonces entendieron que estaba buscando algo profundo como el mar y oscuro como la ciénaga digamos, que me entretuviera un rato, algo por lo que valiera la pena vivir.  Quizás nunca me importará lo político es decir que no había nacido para embarullarme la cabeza demasiado pero tenía que sopesar los cambios que se avecinaban y no quería encontrarme con otra chica, esta vez en la parada de colectivos y que su presencia perturbara demasiado mi trabajo.  Solamente quería un contacto, una conexión pero insistió en sentarse a mi lado aquella mañana tranquila y tuve que aceptar que no había remedio, que la muerte estaba acechando que los chicos no duermen tirados en la calle la borrachera del día anterior, que los acontecimientos a los que me estaba enfrentando nada tenían que ver con aquello.

Tranquilo bajé del colectivo y mientras esperaba la combinación que llegaría en minutos, una chica que intentaba bajarse del micro tardíamente, quedó atrapada en las puertas que se cerraron y mientras forcejeaba para liberarse el chofer arrancó la marcha y ella zafó y se tiró a mis brazos prácticamente diciendo "la concha...!" como único insulto al novato torpe que seguramente manejaba aquella mañana.   Eso pasó un día, y me hizo pensar nuevamente en traer la moto y dejarla quién sabe donde.  Tendría que buscar una cochera y asumir el costo que tiene.


 De nada sirve a veces hablar, en especial con gente que se niega a hacerlo diciendo que no escucha.  Cuando no escucha, no puede hablar.  Como ahora, que está ahí mismo sentado diciendo que le repita una y otra vez lo que ya dije, sopesando mi enojo, mirando hacia afuera pidiendo una y otra vez que le alcancemos algo, que dejemos la puerta entreabierta para que él pueda asomarse a la vereda a espiar a la vecina y cosas así, ah, pero eso sí: no me escucha.  Lo oigo caer en la cuenta, de que estamos solos de que de aquí no sale por más que lo intente y forcejee por más que insista no lo voy a dejar ir, se quedará aquí para siempre, y seré yo quien lo impida.  Quiero decir, voy a impedir que se vaya sin saldar sus deudas, aclarar las cosas por qué es que nos engaña de esta manera, qué le hicimos cuánto dolor habremos causado en su vida para tratarnos así, para someternos a este infierno para impedir que volemos y crezcamos como lo hace precisamente la hija de la vecina con sus pechos turgentes y su pelo desaliñado.  Nos encontramos los dos un día en el centro ella iba caminando y yo en bici, me tropecé al verla y tuve que bajar de inmediato al reconocer que era ella la que estaba a punto de cruzar la calle a la altura de la senda peatonal y yo que venía caminando pero subido a la bici, tropecé y casi me caigo de narices.

Algo toqué en este teclado que apenas conozco y se encendieron algunas ventanas que describen aspectos técnicos de la página web donde escribo estas notas, cosas que sólo a los especialistas importan, la verdad.  Estoy intentando ahora mismo cerrar lo que no me sirve para nada, y quiero dejar atrás precisamente este barrio del infierno, esta ciudad atroz donde vivo mejor dicho donde viví durante tantos años, y en la cual me enfrenté a demonios del tamaño de una torre de marfil.  Solos mi alma y yo.  Como hoy que debí llevar a mi señora (caprichosa no quiso quedarse) a la casa de sus padres y que yo me quedara también solo en la de mis viejos, enfermos ambos de demencia senil, decía que yo me quedara y a la vuelta había una tormenta eléctrica que destruía todo a su paso, yo iba en moto, y se largó a llover apenas doblé en la vuelta de los dos puentes, de manera que llegué todo mojado y casi meado del temor a que un rayo acabara ya con todo esto, finalmente, que algo así pusiera fin a mi vida envuelta como está en el horror del engaño, en la impiadosa maniobra letal de quien dice amarte y te entrega al mejor postor, apenas se libera de vos por un rato.  Sencillamente brutal.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...