martes, 29 de diciembre de 2020

Las fotos de la lepra

 Escribo para pasar el rato, para dejar en claro algunas ideas, para que llamen la atención estas líneas que escribo, para que el lugar donde lo hago no importe, para que alguien finalmente lo lea y diga, este muchacho escribe como cualquier otro escritor que hubo antes sobre la faz de la tierra, pero no lo logro, no todavía.  Nadie viene y dice: "este muchacho escribe", más bien parecen decir bueno nada, no dicen nada y está bien, será que es la manera obvia que tienen mis coterráneos de expresar lo anodino de mis escritos, lo aburrido que les resultan, o simplemente están ocupados llevando su vida adelante, o para el norte de sus vidas, que poco interés despierta un texto que además no tiene prestigio de escritor, no tiene como decir, la chapa que tienen los textos escritos por alguien de renombre, que bien podrían causar cierto atractivo en la gente, que además corre por estos días, corre muy rápido hacia adelante, hacia la salida, hacia la vía de escape de un virus mortal que acecha y recuerda en todo momento que te podés morir si no te cuidás y no cuidás a tus familiares y amigos.  Y los amigos que hiciste en el colectivo, esos que duran minutos, también exigen de cuidados, como ayer que estuvimos a punto de caer al canal Guaymallén cuando después de colisionar con otro colectivo, el que nos llevaba a nosotros se arrastró unos metros rompiendo la valla de contención y quedando a metros del canal, casi a punto de caer.  Entramos en pánico, en especial la señora que minutos antes me había pedido la tarjeta para pagar su pasaje, que se tiró encima mío y me pidió por favor que le ayudara a salir que se había lastimado el pie, que no podía caminar que el golpe le había dejado un machucón enorme en su pie izquierdo, que me recordó una película de los noventa, que el chabón sólo manejaba un pie y con eso solo había conquistado el mundo que con ese pie hacía maravillas claro había tenido la suerte de nacer en inglaterra y en una familia acomodada.  Bueno no tan acomodada.

Resultado que el colectivo quedó ahí, hasta bien entrada la noche cuando nos llamaron a declarar y dijimos que había sido una tarde atípica que no entendíamos cómo otro colectivo más tarde había pasado con una persona en el parabrisas (si, leíste bien) colgado mirando hacia adelante y todo el pasaje gritando por las ventanillas, sería que un club había ganado algo, sería que la lepra como les dicen aquí a los hinchas de independiente, habían ganado un importante partido.  Las motos corrían adelante haciendo zig zag, y el muchacho persistente en el parabrisas quién sabe hasta donde llegaría.  No lo podíamos creer pero habían fotos que circulaban en la red que nos impedían mentir.  Estaban ahí y nosotros las vimos en los celulares de los que venían con nosotros.  Las fotos en tan poquito rato no se pueden trucar, no engañan tanto los que viralizan fotos, es algo de la inmediatez de internet, hoy nos enteramos de lo que pasa en el mundo con la seguridad de que eso que nos están diciendo está pasando ahora, recién, hace un rato.  No es posible trucar algo tan rápido.  Bueno si.

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