martes, 3 de noviembre de 2020

Suerte que estás vos

 La vida te está sonriendo, es una sonrisa pícara y hasta maliciosa te diría que te invita a ir por más, a buscar donde nadie lo hace, a cometer algunas tonterías, a recordar viejos tiempos y a darlo todo.  Darlo todo como la canción de Fito, y dar lo que tenés a mano y sabés que hace falta.

Recorrimos ayer una feria de ropa americana, ahí donde uno puede buscar entre saldos y viejos retazos alguna prenda que le sienta bien, que sea de su agrado y pagar poco, en lo posible regateando incluso, un módico precio que de otro modo no conseguiríamos.  No encontré nada a mi gusto de manera que volví a casa con la única bermuda que había conseguido esa mañana en una tienda de verdad, de esas que te venden productos nuevos y por lo general caros.  Pero contento porque se vienen terribles calores en esta Mendoza linda, y uno tiene que andar más bien desabrigado aunque por motivos laborales tenga que usar ropa y calzado extremadamente pesado y abrigado.  Sí, estamos pensando seriamente instalar una ducha en el trabajo, ahí donde se pueda, que va a ser en el patio, lo puedo sospechar claramente y me hago cargo, seré yo quien deba impulsar la iniciativa dejar de lado los rumores de que es una idea alocada y seguir bancando, poner los puntos sobre las íes y avanzar con el proyecto que demorado, ya está hasta medio olvidado te diría, pero ¿a qué esperar, acaso, a que gire otra vez el mundo y vuelva a hacer frío?  No, la idea es disfrutarlo ahora, cuanto antes.  Poner agua cayendo en forma de lluvia aunque sea de manera artificial, es una bonita idea aquí en esta ciudad tan amiga del desierto y los calores infernales, tan que te invita a beber agua todo el tiempo por la deshidratación que avanza minuto a minuto, por los cuatro costados por toda la piel y la cercanía de las demás personas se hace agobiante, al cabo que ni falta hace una pandemia para mantenernos alejados, como cuando venía del campo y no entendía nada de eso de los subtes y las cuestiones modernas de la gran ciudad, como un vago que se levanta un día y se dice, no queda más remedio que salir a laburar, como un atorrante que se mueve en direcciones aleatorias sabiendo que en algún momento dará con lo que busca, pidiendo ayuda a quien menos conviene, a su peor enemigo, a aquel capaz de dejarlo estaqueado en el medio de la nada, sin agua, sin comida, con tal de aventajarlo en algo, porque es otro atorrante y quizás el peor de todos, ese que cuando menos te esperas te quitó mujer, hijos, casa y amante de un manotazo.

Vaya este sincero aplauso de mi parte, querido amigo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...