martes, 27 de octubre de 2020

Yo no sé de poesía

 En resumidas cuentas, es improbable que los lectores vengan aquí a leer porque les aparece el texto muy chiquito en el celular, y en la computadora son cada vez menos los que leen, de manera que lo que escribo, muere aquí.  Ni siquiera si voy y lo publico en el muro de mis redes sociales porque tampoco están tan interesados en leer lo que escribo, o siquiera leer: hay que pasar rápido las páginas de todo lo que cae en nuestras manos, dejar para después la lectura concienzuda, serena, reposada.  Mejor, las boludeces de nuestros contactos en las redes, de nuestros amigos en facebook o de la gente que seguimos en instagram.  Y así, nos creemos en la habitual y equívoca situación de pensar que estamos leyendo lo que todos leen y no es así, solo una porción de la torta que está relacionada con nosotros, es la que provee lo que leemos, son ellos los que arman nuestro material de lectura. 

Lo que decía, entonces, es que los lectores ya no se detienen ante algo escrito por un fulano que cree estar diciendo algo interesante al menos, no ya algo que logre cambiar sus vidas, sino digo, simplemente interesante que les devuelva la mirada en el pasado con cierta gracia y alegría cosa de perdonarse y seguir adelante con los planes no resueltos, seguir con las ganas intactas, vamos, como quien te da una palmada de aliento y te dice: "seguí así, pibe.  Dale que vas bien" y vos podés hacerlo y sentirte orgulloso de tus pasos y de tus actos, pero muchas veces es imposible: quién puede sentirse orgulloso de quemar los neumáticos en plena manifestación mandando a la calle una espesa columna de humo completamente contaminante y espantoso, además del olor y las náuseas que provoca una acción condenada al fracaso, porque desde cuando algo así logra cambiar nuestras vidas.

Tengo aquí a la mano un librito de Kafka que no me animo a leer.  No me animo porque fue un escritor contrariado, alguien a quien la escritura le pesó en las manos, no logró tampoco trascender su momento mientras vivía, no logró conmover a las masas sino a través de su albacea  una vez fallecido.  Una especie de fracaso al cual no me gustaría acceder.  No digo que el éxito esté aquí, sólo que pienso en lo mal que le fue a él, y no me agrada.  Pienso que le fue mal, después de todo desconozco la mayoría de su vida, apenas si se que escribió algo que Borges tradujo de manera magistral.  También comentar que en una época furiosa de mi vida, me daba por leer todo lo que cayera en mis manos incluso el diario en papel, y por ejemplo, compraba muchos libros de todo escritor que se preciara, y entre ellos obvio los libros del escritor checo (porque era checo, cierto?) y no entendía demasiado de aquellas historias extensas y seguramente bien contadas a las que tenía acceso de joven.  Porque eso compramos con un libro: acceso a lo que dejó escrito, establecido, retratado una persona a quien llamamos escritor.  Ese que con su reflexión y su creatividad, nos da un empujón hacia lo que nos conmueve de la vida, hacia aquello que nos llama de verdad y nos cobija, aquello que está esperando por nosotros aunque se trate de la propia muerte.

Sigamos descubriendo esos buenos escritores entonces, que vale la pena.

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