jueves, 19 de noviembre de 2020

Desconectados

 Agradecido, dicen que debe uno vivir, ya que por ejemplo, tiene internet.  Cuando se cae la conexión por una tormenta que rompe los cables, por fin entendemos lo duro que puede ser carecer de este vital servicio por estos días en los cuales cualquier interrupción de lo que venimos haciendo en la nueva red de comunicaciones nos provoca.  Estamos ávidos de conectarnos diariamente, ni nos damos cuenta cuánto lo necesitamos y cuánto provecho sacamos de esto.  Sin embargo a veces una pausa es bienvenida, un alejarse es necesario.  No estamos hechos para estar conectados las 24 horas, aprendamos esto, no podemos estar tanto tiempo dependiendo de un teléfono o de una computadora conectadas a internet.  Tenemos también que valorar esos minutos, esas horas en las que nuestra mente mira la vida fuera de una conexión a internet y nos conectamos con otras personas en la conversación cara a cara, y surgen cosas que también enriquecen nuestra vida, como la poesía y la buena charla.  Valoremos eso y seamos agradecidos, como cuando recorremos la tienda de ropa y vemos que la chica que atiende nos mira con interés.  Quizás ella sólo piensa en vendernos una prenda, pero lo que sucede con nosotros, con nuestra autoestima sintiéndonos apreciados como si fueramos la última coca del desierto, es algo bonito que tenemos que aprender a disfrutar, digo.

Escuché ayer un tema de Ricky Martin y por más que hago esfuerzos se que no volveré a escucharlo nunca más porque no me quedó guardado en la memoria algún retazo de la letra ni de la música, sólo que en el momento en que lo escuchaba, esa letra sencilla y esa melodía pegadiza, precisamente le pegaron directo al corazón del momento que estaba viviendo y se que difícilmente se repita, se que son esos momentos únicos que nos toca vivir a veces y de los cuales no salimos indemnes, sino que nos marcan de una manera persistente y se quedan ahí para recordarnos que no somos tampoco los super hombres que nos exigen a veces, sino que tenemos nuestras dudas, nuestros momentos de debilidad y de falta de coraje o directamente que valoramos demasiado la vida como para hacer estupideces.  Estamos más de una vez en jaque por estas situaciones, quizás las provocamos o las buscamos inconscientemente y no nos damos cuenta y cuando aparecen salimos corriendo porque soldado que huye, servirá en otra batalla.  

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