sábado, 30 de diciembre de 2017

La noche estaba espléndida para pasear en moto, mucha gente en el parque y en las zonas especialmente diseñadas para recibir turistas, que ahora hay unas cuantas en la ciudad.  Pudimos ver entrada la medianoche, que había gente  sentada en el parque disfrutando de una juntada con amigos o en pareja, cenando o tomando un helado.  Hubo lugar para el encuentro con alguien que pasaba y saludó y respondimos el saludo, además de G- que andaba muy contento en su moto nueva, que habíamos comentado en las redes y que había elogiado a los reyes por su regalo.  La vecina, la que me ve y me dice exactamente así, "Veci", también pasó en su camioneta por la curva de la plaza y lo hizo una y otra vez.  También nos llamó la atención el vendedor de copos de algodón, o como se llamen, que en su carro terminó la tarea y levantó campamento, nosotros nos alegramos de no comprar mucho esas golosinas que no parecen lo más indicado para cuidar los dientes, o la salud en general.  Pero fue exagerado, cuando sos niño esas cosas son muy atractivas.

En casa en cambio, estamos sufriendo un poco, la verdad: aquí el vecino tiene invitados y la madre de un niño no repara en que la llama para mostrarle algo, una y otra vez y el pequeño se impacienta y grita y la llama con insistencia pero no recibe la atención que pretende ni mucho menos, se ve que la madre está muy ocupada conversando con alguien porque no le da ni pelota.  Así las cosas, siendo que es tarde a la noche, es bastante complicado concentrarse en algo, ya apagamos la tv porque no nos deja ver, tenemos que estar atentos a ese niño, que grita y la llama una y otra vez, por Dios, qué insoportable, qué mujer desaprensiva, dan ganas de gritarle que le preste atención de una vez, que encima es su hijo nada menos por favor... que espectáculo, el pequeño sigue gritando hasta cansarnos.  No es él el insoportable, es la madre.  Por favor, señora, haga algo no sea tan insensible que estamos acá nomás del otro lado del tapial.

Instalé el diccionario español Argentina en el navegador para que me deje editar tranquilo, porque se quejaba de que todas las palabras estaban mal escritas, era mucho.  Ahora si se lee bien, no hay problema con eso.

Dan ganas de asomarse y preguntarle: "señora, ¿tiene algo más importante que hacer que atender a su hijo, dígame...", pero será un acto ridículo que en poco tiempo más será todavía peor que el silencio. Además, esta pared está pegada a la ventana de nuestra habitación... teniendo en cuenta que para las fiestas de Navidad se quedaron conversando hasta las 3:00 am, más o menos, será cuestión de que hoy también 28 de Diciembre, estén ahí, el niño quejándose y la madre atendiendo quién sabe qué.

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