miércoles, 20 de diciembre de 2017

Qué buen partido jugamos, cuatro contra cuatro, en el quincho que alquiló T- para festejar la despedida del año, unos días antes que finalice, porque él tenía franco justo ahora, y después recién vuelve a principios de Enero, así que tenia que ser ahora sí o sí. Jugamos, como decía, aunque nadie me invitó, pero me acerqué y ofrecí ser arquero del equipo que tenía uno menos, así que fue imposible negarse, y lo primero que hice una pavada: despejar cruzando el pie por detrás, cosa que no funcionó pero tampoco fue gol.

Después, cuando hicieron el primero en mi arco ahí sí, me fui al centro del campo de juego que estaba bastante roto, muy desparejo, un peligro para las rodillas, que será por eso que duele tanto ahora, y tiramos centros, metimos goles, hicimos foules, de todo como en las mejores épocas. Y muy divertido. Creo que terminamos empatados o a lo sumo perdimos por uno.

De hecho, cuando estábamos por terminar uno de sus jugadores se fue de la cancha porque le dolía, nos contó que estaba por operarse los meniscos que los tiene rotos.

Después, la pileta. Un chapuzón espectacular al agua y a nadar un rato. También mates y algo de alcohol que sirvieron al lado de la pileta. El sol no aflojó nunca por suerte, aunque no estaba tan caluroso como pensábamos. Seguidamente, nos vinimos a casa.

Mencionar el asado que hizo A- que estuvo como siempre espectacular, alcanzó justo y todos contentos.

También había alguien ahí cerca que contaba chistes y tenía una gracia especial, que nos contó uno que no recuerdo pero terminaba diciendo algo de unas porristas que en realidad se fumaban mansos porros todo el tiempo. Había perros que tiraban de la manga pidiendo algo de comer, hambrientos y llenos de garrapatas, pero también le aportaban algo de ternura a tarde.

Hubo que pagar, hubo que juntar mesones y bancos, hubo que encontrar la entrada y el lugar, hubo que salir a buscar las chicas en un auto que dispara, anda muy bien. Es que en un momento dado pensábamos que no llegaban los demás porque el lugar no tiene cartel, está mal señalizado pero era exactamente donde decía T-.

Domingo alucinante. ¿No hubo postre? No. Pero hubo torta para el mate. Varias. Excelente.

Llegar a casa a regar y a darle de comer a las mascotas, y a tirar el sapito para que circule el agua por el pasto y aplaste el calor. Sin mencionar al vecino que nos contó que estuvo toda la tarde sentado en el patio tomando mates y comiendo masitas mendocinas que había conseguido en un barcito acá a la vuelta, que los domingos abre para los parroquianos que ya lo conocen. Y las tortitas, son espectaculares. Las he probado con los mates acostumbrados. ¿Dije de la cerveza? Estaba fresquísima, muy rica. Y al lado de la pile tomamos sol también por las dudas, nos quemamos y un poco va a doler a la noche, como duelen ahora las piernas en especial la derecha, que tiembla.

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