Quise aplastarla de un pisotón pero se escabullía con una rapidez inusitada. En eso llegó Ella que había escuchado mi voz, y empezamos a seguirla juntos pero era imposible.
Se metió debajo de la cocina.
Cuando salió, se subió por su pierna pero quien gritaba era yo. Quiso agarrarla ella misma con la mano -imaginate yo, espantado-, y la agarró finalmente muy tranquila. La revoleó hacia afuera. Ahí le arrojé lo primero que encontré, una manguera enrrollada con toda la furia ¡y le pegué! Tiré hacia mi para ver si era cierto y venía toda sucia, ensangrentada, seguramente la había matado.
Yo era el cantante principal en las fiestas familiares.
García Be
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