El vendedor rompe la factura delante mío, me dice que lo dejemos así, que él se va a hacer cargo de la diferencia, que me olvide. Busco en su expresión el gesto de desagrado porque el incidente lo ocasioné yo pero encuentro en su rostro comprensión y muy buena onda.
Esto es absolutamente anormal. Jamás he visto la dedicación que encontré acá, son vendedores jóvenes, visten de manera elegante y están a tu disposición, más no se puede pedir.
Subí al ascensor para ir directamente a la radio a comentarlo. El locutor me estaba esperando, soy periodista y diariamente comento en mi columna "Estamos Perdidos" las cosas que me pueden dar algún motivo de esperanza en la sociedad. El nombre es irónico claro.
El ascensor se detuvo de pronto apenas empezó su marcha, quedé atrapado entre el primer piso y la planta baja; sólo se ve un muro blanco con letras que no entiendo.
Temblor.
García Be.
lunes, 14 de diciembre de 2009
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