"Un poco de filosofía, doctor,
mejora la circulación."
S. King,
Cementerio de Animales.
Cementerio de Animales.
Encontró abierta la notebook y empezó a escribir rápidamente el correo electrónico que pensaba enviar a todos sus cotactos con la esperanza de que al saber lo que estaba ocurriendo, le darían una mano lo más rápido posible. Sin embargo la conexión a internet era lenta e inestable. Su mensaje iba a demorar más de la cuenta y los responsables de su desesperante situación andaban con poco tiempo. Eso le habían dicho mientras cargaban los muebles de la cocina y del comedor, y ya avanzaban con los de las habitaciones.
"Son gente de temer Colorado" -le habían aconsejado pero él, apremiado por las necesidades había confiado en ellos, les había pedido prestado dinero para pagar algunas deudas y empezar a construir su casa. Ahora los tenía ahí dentro, envueltos en sus trajes de color negro y sus anteojos de sol de pésima calidad pero que iban muy bien para su propósito.
Pedía en mayúsculas que sacaran esa gente de su casa, que lo habían invadido y se estaban llevando por la fuerza sus pertenencias, que por favor se acercaran y armaran un escándalo, alguna cosa que hiciera que estos delincuentes -ahora eran delincuentes- se fueran de inmediato y lo dejaran con sus computadoras, sus electrodomésticos, que eran todas suyos y de nadie más, qué hacían estos tipos ahí rompiéndolo todo.
La conexión a internet se hacía rogar. Era un modem «dial-up». Lentísimo a cada paso, a cada bit. La única conexión que había en el pueblo y que andaba un poco mejor era de la empresa, pero tenía que caminar diez cuadras para llegar a la oficina, no iba a hacer semejante gasto dejando todo librado a las decisiones de estos cerdos -ahora eran cerdos-.
Así fue que buscó un bidón de nafta en la estación de servicio de la esquina y roció el contenido por toda la casa en un descuido de los prestamistas. Fue después que ingresaron estos, que encendió un fósforo y lo arrojó al suelo para ver cómo las llamas consumían todo su esfuerzo de años y a estos verdugos de barrio que habían acabado con su debilucha libertad.
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