Me contuve y seguí de largo. Pero en la otra esquina el semáforo estaba en rojo. Ahí me di cuenta que habría sido un error porque al frenar en ese semáforo de cuatro manos, seguramente lo tendría a mis espaldas buscando una explicación o peor, queriendo pegarme a mí.
Frené. Miré por el retrovisor y lo vi que venía igualmente hacia mi, corriendo hecho una furia. Juro que no lo conocía, es hasta el día de hoy que desconozco el motivo por el cual quiso venir a increparme lo cierto es que dieron el verde y fue muy facil acelerar y huir rápidamente del lugar. Tal vez, no tenía esa intención, tal vez fue pura imaginación mía, pero reconozco un rostro desencajado y puedo entender cuál es la actitud de un hombre que corre con los puños cerrados y hacia donde vos estás.
En la próxima esquina doblé a la derecha, por supuesto no era en la dirección que yo iba, pero quería despistar. Me encontré con una calle contramano que me impedía el paso y pensar en volverme sobre mi camino era lo más difícil. Sería reencontrarme con aquel sujeto loco, o tal vez, con aquellas personas a quienes él habría dicho lo que hice.
¡Hola! ¡No le pegué!
García Be.