jueves, 20 de agosto de 2020

Una pausa

Lo puse en pausa.  Así, de repente, hoy mismo, puse en pausa un texto más extenso que vengo escribiendo por estos días, porque tenía la necesidad repentina volvamos a decir, de comentar algo que está sucediendo en los alrededores, las circunstancias lo ameritan, quiero decirlo con el lenguaje coloquial, de la manera más simple que pueda, de tal forma de hacerme entender con claridad, de que lo que digo no sea malinterpretado, de que las voces que resuenan en el interior puedan salir y hablar; no callar nada sacarlo todo afuera como decía la canción.  Muchos años atrás, fui silenciado y duele mucho la situación, es expresar lo único, lo íntimo, lo propio y no te dejan, te tiran para atrás de un empujón, te someten al encierro a la privación ilegítima de la libertad, en un mangrullo, en una pocilga, en un entierro en vida, ahí donde la vida no crece, no importa la virginidad de la creación, importa el silencio, la quietud, el desmadre.  El caos está ahí, imponemos nosotros un orden que a veces se quiebra y resuena entonces la voz interna de exigir, de esmerarse con trabajo y tesón en darle una pulcritud, un orden, una simetría a las cosas, ahí donde alguien dejó el empaste, o como decimos en el barrio, el despelote.  Ordenamos lentamente, buscamos una bolsa y tiramos la basura, recorremos uno a uno los contornos, y vapuleamos en la mente al que lo provocó, le tiramos las orejas, lo cacheteamos y le decimos basta, fuera de aquí, dejame hablar y decir lo que tengo para decir, que no sea cosa que tengamos que lamentarlo después, y sea tarde, cuando pasan los años y te das cuenta de la libertad que resignaste que vendiste, o que simplemente te robaron es que comienza la lloradera, ahí viene el suplicio de tener que vivir con esa espantosa sensación que los demás hablan y con coraje avanzan mientras vos ahí tirado llorás y lamentás lo que nunca debió suceder, lo que estuvo a tu alcance de corregir y enderezar pero no hiciste.  Fabulás que a partir de ahora pero sabés que nada va a cambiar en tu conducta, vas a volver a cometer el mismo error una y otra vez dejando en manos de otros más capaces y experimentados, aquello que era tu encanto de actividad, aquello que te distraía más que nada, aquello que hacía de tus tardes un encierro digno y meritorio, la felicidad estaba al alcance de las manos y abriste los dedos.

Pelearé por lo que es mío, lo conseguiré, es la promesa que me hago una y otra vez y finalmente creo que ya se a modo de profecía, qué va a suceder pero no importa, en el viaje estoy entusiasmado creyendo que voy logrando cosas, que voy acercándome a la meta, que está bien así y lo quiero seguir haciendo y más cuando mi compañera de toda la vida está ahí, dispuesta a seguir conmigo, a luchar a mi lado, a ser una más en este equipo compuesto de dos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Relatar, nada.

 Se dijo en la oficina que hacía calor y que había que prender el aire acondicionado, de todos modos estamos preparados para lo peor.  Hoy, ...