jueves, 16 de diciembre de 2010

Rufino lanzado (XV)

Llegó caminando al estudio del abogado.  Miró la placa en la puerta, tocó timbre y pasó. El lugar tenía el perfume que a Rufino le gustaba, una suave brisa marina parecía recorrer la sala, sin conocer el mar el creía reconocerlo ahí.  Se sentó a esperar y de inmediato tomó una revista y se puso a ojearla nerviosamente.  Había otras personas esperando. Una chica rubia a su izquierda, de muy buen gusto vestida, que seguramente olía muy bien también.  Pero es así -pensó Rufino- acá te encontrás de todo, si no mírame a mi, que me cita la policía por un simple caso de robo. Por que estará ella aquí, cual será el caso policial que la trajo y ahora es objeto de las miradas y el pensamiento de Rufino quien dejó de estar interesado hace rato en esa revista.  Ella rompe el silencio inesperadamente con una bofetada en el alma de Rufino: viene a denunciar a su marido por abandono.  La dejó tirada en la calle, en medio de la noche, según dice porque no se animó a irse de su casa a vivir con el.  Todo esto le cuenta a Rufino que escucha sin entender algunas palabras pero se deja llevar por la suave cadencia de su voz, y ese perfume que ya lo tiene completamente borracho  y asustado.  Denota cierta violencia su relato, como reflejando la angustia que viene pasando, el dolor de cualquier pérdida.  Así estamos, cuando de pronto se abre la puerta del estudio y quién sale de ahí a invitarlo a pasar a el no es otro que el chico que intentó robar en el quiosco.  Terrible sorpresa para un recién llegado, un sudor frío le hace volver en si a Rufino quien no espera un minuto más y toma del brazo a la chica y la saca casi a los tirones de esa oficina.  Ella sin entender permite que la saquen.  Se detienen y le pregunta qué se supone que está haciendo.  Él trata de explicarle, se emociona, ya unas lágrimas lo invaden y no lo puede evitar, supone que es la manera, no sabe bien si de protegerla o de seducirla pero lo hace de todos modos. Ahora la besa.

Mejoras en el Software de Gestión de Cuotas

  El software sigue funcionando. No está roto. No ha colapsado. Pero la deuda técnica está ahí, acumulándose como una pila de tareas pendien...