Una lucha desigual se cierne sobre el lodo
de tu brazo y mi estrecho cielo
que todo lo conjuga mineral
combatiente, sibilante y húmedo.
Un soldado espera silencioso
tras la muralla de la codicia
el ultimátum de su general,
que avanzar es la medalla postrera,
que destruir es el deseo primero.
Me quedo contemplando el rostro
del compañero, muerto.
Quiero avanzar mis manos callan el fusil
y espero agazapado el zarpazo violento
de la guerra que hay en mis entrañas
Cuando sueño, te veo y pienso:
¿cuánto más he de sufrir?
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